En riesgo el Jardin Botanico del Tachira

Las mariposas en el Jardín Botánico del Táchira: un laboratorio natural de la evolución.

Uno de los objetivos más importantes de la biología, y al mismo tiempo uno de los más urgentes, es comprender la dinámica de la biodiversidad en el planeta, es decir; entender los procesos que determinan el aumento (ej. especiación) y la disminución (ej. extinción) del numero y tipo de especies que se encuentran en una región determinada. La mayor parte de las investigaciones en ese sentido se relacionan con el proceso de extinción o la pérdida de especies, algo que se ha visto profundamente aumentado por las actividades humanas de los últimos siglos. El otro proceso, la multiplicación del número de especies debido a la especiación, ha sido considerablemente menos estudiado debido a la lentitud con la que ocurre, generalmente cientos de miles e incluso millones de años. Sin embargo, en muy contadas excepciones, la naturaleza nos proporciona casos en los que la especiación ocurre de manera relativamente rápida, como sucede por ejemplo cuando una nueva isla o lago es colonizada por una especie previamente ausente. Muchos de nosotros recordaremos de nuestras clases de bachillerato el ilustre caso de los pinzones de Darwin en las Islas Galápagos, en el que el proceso de especiación repetitiva produjo 14 especies de pinzones descendientes de una sola especie de pinzón colonizadora de Centro o Suramérica.

En Venezuela, aunque definitivamente no tan popular como el de las Galápagos, también tenemos un interesante “laboratorio natural de la evolución” para estudiar la especiación. Se conoce como el Jardín Botánico del Táchira, situado justo a los pies del Parque Nacional Chorro del Indio, en San Cristóbal. En este jardín botánico, hemos podido demostrar recientemente que dos especies diferentes de mariposas (conocidas científicamente como Heliconius cydno y Heliconius melpomene), se hibridizan naturalmente y producen una descendencia que a su vez es completamente fértil. Es decir, a diferencia de las mulas (un híbrido infértil entre el burro y el caballo), las mariposas híbridas del Jardín Botánico del Táchira son capaces de cruzarse con cualquiera de las dos especies “padres” y, lo que es más interesante aún, son capaces de hacerlo entre ellas mismas. Ahora bien, lo que hace particularmente interesante a las mariposas híbridas de este jardín botánico es que su apariencia resulta ser extremadamente similar a la de otra especie de mariposa presente en Colombia (Heliconius heurippa) y que sin ninguna duda es el producto de un proceso de hibridación entre Heliconius cydno y Heliconius melpomene ocurrido en ese país hace aproximadamente 300.000 años. Así, lo que se observa hoy día en el Jardín Botánico del Táchira es una nueva repetición, actual, de un proceso de especiación que ya ha ocurrido otras veces en el pasado y al mismo tiempo una oportunidad única en el mundo para entender un proceso muy poco conocido. De cierta manera, es como si conociéramos el final de un libro pero no lográramos entenderlo porque todos los ejemplares conocidos carecen de las páginas iniciales y las mariposas de este jardín botánico nos proporcionaran el único ejemplar con las páginas faltantes. O, como dice un amigo, este jardín botánico es como una maquina del tiempo que nos permite observar un proceso viejo de 300.000 años.

El interés y la importancia del caso de estas mariposas es tal, que nuestro grupo de investigación, formado por investigadores del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Venezuela), la Universidad Nacional Experimental del Táchira (Venezuela), la Universidad de los Andes en Bogotá (Colombia), el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (Panamá) y la Universidad de Cambridge (Inglaterra) ha logrado publicar recientemente un estudio al respecto en Nature, la más prestigiosa de todas la revistas científicas del mundo.

Sin embargo, hemos sido informados hace poco acerca de los planes de la Zona Educativa del Estado Táchira y Fundatáchira para construir una ciudadela educativa bolivariana y la sede de la escuela de la judicatura usando terrenos del Jardín Botánico del Táchira, abarcando un total aproximado de 11 hectáreas. No dudamos en ningún momento de la importancia y la necesidad de tales proyectos. Sin embargo, nos preguntamos qué sentido tiene construir esas instalaciones dentro de un Jardín Botánico habiendo tantas superficies disponibles en las bellas montañas de San Cristóbal. Sin duda alguna, existen varias alternativas para el emplazamiento de dichas construcciones, mientras que las mariposas híbridas del Jardín Botánico del Táchira, y quién sabe qué otros organismos, solo viven en ese sitio.

Corresponderá a otras personas determinar los varios aspectos institucionales, legales y de impacto ambiental que esos proyectos tendrán sobre el Jardín Botánico del Táchira y el Parque Nacional Chorro del Indio. Sin embargo, desde un punto de vista científico y académico, restarle esa superficie al Jardín Botánico atentará profundamente contra la persistencia de estas mariposas y su pequeña pero importante maquinita del tiempo.

Dr. Jesús Mavárez
Smithsonian Tropical Research Institute